Esa sensación que se siente cuando algo falla, cuando lo más esencial para vivir no se encuentra disponible, no está a tu alcance o simplemente nunca lo has tenido. Esa sensación que te amarga la existencia en un minuto...los 60 segundos más largos de toda tu vida.
¿Sabes a la que me refiero? A esa que no te deja dormir por las noches cuando no puedes tenerla, cuando no puedes mirarla, cuando no puedes sentirla.
El mundo se reduce a ella porque ella es tu mundo. Éste no tiene sentido si no está.
Te falta algo, sí, te falta ella, te falta su sonrisa, su hablar, su escucha. Te falta esa alegría con la que te levantabas por las mañanas al saber que la verías de nuevo, porque sé que lo hacías por ella.
Sé que afrontabas todo lo habido y por haber de este mundo sólo por ella.
Todas las heridas las sanaba ella...
Ella era la calma que necesitabas en tus días agitados. Era la alegría en los días tristes.
Era la que hacía que nada se convirtiera en todo, un todo que ya no está, se fue...ella se fue y se llevó tu vida a un lugar olvidado muy lejos de aquí.
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