Después de algún tiempo aprendes la diferencia entre dar la mano y socorrer un alma, y aprendes que amar no significa apoyarse, y que compañía no siempre significa seguridad, y comienzas a comprender que los besos no son contratos, ni los regalos promesas, y comienzas a aceptar tus derrotas con la cabeza erguida y los ojos delante, con la gracia de un adulto y no con la tristeza de un niño.
Descubres que lleva años construir confianza y sólo segundos destruirla, y que tú puedes hacer cosas en un instante, de las cuales te arrepientas el resto de tu vida. Y aprendes que realmente puedes soportar.
Que realmente eres fuerte, y que puedes ir mucho más lejos después de pensar que no se puede más.
Por lo tanto planta tu jardín y decora tu alma, en vez de esperar que alguien te traiga flores.
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